De ahí que una forma de resistencia importante sea la construcción de la memoria colectiva desde la mirada de aquellos que padecen la dominación y cuya voz ha sido casi siempre acallada.
Este Segundo Concurso de Crónicas de la Periferia que impulsa el Periódico Periferia en la ciudad de Medellín y el Área Metropolitana se inscribe en esa línea de resistencia, y tiene como propósito allanar un espacio para que la voz de los ignorados cobre vida y logre horadar la historia oficial que hasta ahora ha legitimado su opresión y sufrimiento. Este Concurso, dedicado a las experiencias de Guerra y Paz en los territorios del Valle de Aburrá, es la posibilidad de rescatar las historias que poco interesan al poder para la memoria colectiva de nuestra ciudad.
¿Por qué la crónica?
La crónica ha sido, desde el principio de los tiempos, la forma natural de contar historias. En ella predomina la belleza de la sencillez, que busca la comunicación de experiencias para que se encarnen en la memoria colectiva de los pueblos. No es gratuito que los abuelos hayan preservado una buena parte de las tradiciones a través de la narración oral, forma primigenia de la crónica. Por eso, este género se erige hoy como un instrumento fundamental para reconstruir la memoria colectiva de esta sociedad desde las experiencias profundas de los olvidados.
Además, la crónica moderna, que combina el rigor de la investigación periodística y los recursos estéticos de la narración literaria, nos permite penetrar dimensiones de la realidad que no son visibles en la simple información o el análisis racional de los hechos. Ello porque logra penetrar el carácter de los personajes y la singularidad de los ambientes, donde la vida se manifiesta en toda su profundidad.
Guerra y Paz en Nuestros Territorios
Cuando se habla de guerra en nuestro país la ubicamos en el campo, porque allí la confrontación durante estas últimas seis décadas ha sido directa. Pero es evidente que también los barrios han vivido en conflicto y la lucha por el control territorial en función de diversos proyectos políticos y económicos.
Además, la dinámica de esta guerra ha alcanzado en cada región cierta autonomía según las características de cada territorio. Por eso la paz no puede decretarse, hay que ayudarla a nacer de la dinámica misma de las comunidades. Y de hecho, así como existen múltiples experiencias de guerra en los barrios y territorios rurales, también se han desarrollado, por iniciativa de las propias comunidades, varios intentos de construir escenarios de paz que puedan materializarse en la cotidianidad de la vida.
Conocer estas historias y sus singularidades es, además de un ejercicio de memoria colectiva, un aporte importante para repensar las posibilidades de transformar la cultura de la guerra en los territorios a favor de una cultura capaz de tramitar los disensos pacíficamente, teniendo siempre en el horizonte la justicia y la dignidad.
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